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miércoles, 13 de mayo de 2020

Ser intolerante en confinamiento.

Novena semana de confinamiento.

Mientras escribo este post han pasado exactamente 60 días desde que comenzamos el confinamiento y nos quedamos todo el país en casa.

Dos meses que en algunos aspectos ha sido bueno, pero en otros muy estresante, como poco.

Todas las mañanas me levanto temprano, pongo la radio y mientras la escucho hago ejercicio, me ducho, despierto al resto de la familia y desayunamos juntos. Ese intervalo de unas dos horas es triste, por que es cuando nos informan de las cifras de personas fallecidas y contagiadas. Admito que hubo semanas de mucha angustia y miedo.

Vivir con intolerancias alimentarias.

De siempre, desde pequeña, he sido una persona que come de todo. No recuerdo nada que no me guste. Pero, desde hace diez años y lamentablemente, tengo muchas intolerancias alimenticias que me impiden disfrutar de todos los alimentos.

Esto me obliga a comprar cada producto en un sitio distinto y en estos días he sufrido momentos de estrés y algún día de no saber qué comer ¡No había nada que pudiera comer sin que me dañara!

Cuando una es intolerante a muchos alimentos hay que estar predispuesta a no comer. Ya sé que suena duro, pero es que me ha pasado.

Me ha pasado en dos restaurantes; uno de ellos se llama Pipa&CO . A pesar de ser precioso y tener una carta muy apetecible, lo cocinaba todo con queso, cuando digo todo, es TODO. Además, no tenían ninguna posibilidad de cocinar otra cosa. Así que me conformé con el vino y las aceitunas. En otra ocasión encima el restaurante lo elegí yo. Había estado antes y quería presentárselo a unas amigas. Es cierto que había muchos platos que no podía comer, pero otros sí. Se llama Pizzi & Dizie, es un italiano vegano de Malasaña y os lo recomiendo, siempre que no seáis alérgicos o intolerantes a la soja. Cambiaron la carta y absolutamente todo tenía soja. En esta ocasión si que me cocinaron algo, minimalista, pero pude comer.

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Hacer la compra desde casa.

El principal problema que se me planteó al comienzo del #quedateencasa fue el desayuno. Tanto la panadería donde compro mi pan especial, como el herbolario donde encontré cruasanes, sin mantequilla, huevo, ni trino, están muy lejos de mi casa. El Herbolario Salvia lo solucioné en cuanto me enteré que estaban abiertos y que realizan envíos a domicilio, así que aproveché para comprar harinas de arroz, avena, etc. (bueno también algo de chocolate 😊) y hacer pan en casa… hasta que se acabó la levadura de panadería en los supermercados...

Lo de las tiendas de alimentos también ha sido estresante. Yo siempre compro online, desde hace tiempo. Para las personas que no vemos bien,  ir presencialmente a hacer la compra es horroroso, no encuentras nada, das veinte mil vueltas, hasta que te das cuenta que has pasado siete veces delante del producto, no ves el precio por ningún sitio… en fin, que me acostumbré ha hacer la compra por Mercadona y me lo traen a casa, ¿qué pasa? que en la comunidad de Madrid y por motivos de infraestructura Mercadona no ha repartido a domicilio durante el confinamiento.

Lo intenté en otros super, pero tardaban más de quince días en traerlo… Como no hay mal que por bien no venga, toda está andadura, aunque algo angustiosa, me sirvió para descubrir Carrefour. Ha estado sirviendo con prioridad a personas mayores y con discapacidad, por toda España. Llamamos y nos ayudaron a hacer la compra en seguida. No solo a nosotros si no a mis padres, mis tíos… a toda persona mayor que me comentaba su pesadilla con la compra se lo recomendaba.

Lo bueno de Carrefour es que tiene mucha variedad de producto y he descubierto alimentos y marcas nuevas que puedo comer… A mí me han ganado.

Y para rematar nuestro cocinero preferido de El 10 de San Enrique , se reactivó y no solo volvió a cocinar, si no que también reparte a domicilio a personas mayores y con discapacidad…. Y comenzamos a comer bien y saludable de nuevo….

Desde que mi marido tiene tortilla de patatas, ensaladilla rusa y empanada, es un hombre nuevo 😉. Mi madre está enganchada al cuscús de verduras, mi padre a la lasaña y yo a su arroz con bebida de coco….

Conclusión.

Después de todo no es tan trágico ser intolerante en época de confinamiento. He ampliado mi espectro alimenticio. Lo que en mi caso es una muy buena noticia.

PD- Y además Rafa del 10 ¡¡¡¡me ha conseguido levadura de panadería!!!!!


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¡¡¡Por fin un sitio para desayunar!!!!

Terraceo en la Puerta del Sol en Madrid y el viento del norte.

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