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domingo, 1 de septiembre de 2019

Viaje a Viena en dos días y medio.


Mas que suficiente, ya te lo adelanto.
Viena es una ciudad muy llana y cómoda para caminar. De un tamaño ideal, ni muy grande, ni demasiado pequeña. Pero como nada es perfecto, es muy cara.
Yo comiendo, nada mas llegar a Viena.

Llegada accidentada.
Lo primero que nos dijo el conductor al llegar fue: “El agua de grifo está muy buena, viene directamente de las montañas. Es una ciudad muy segura, tanto de día como de noche. Aquí nunca pasa nada”. Seguidamente nos dejó en el hotel equivocado… Pero he de decir que aunque es un conductor despistado, lo que nos dijo es totalmente cierto.
El agua está buenísima, de hecho hay fuentes por toda la ciudad para rellenar botellas (me recuerda mucho al agua de Madrid) y es una ciudad súper segura, aunque para mi gusto, al menos en verano, demasiado abarrotada de turistas
Para los que se hayan quedado preocupados: nuestro hotel estaba a la vuelta de la esquina, no había pérdida…jejeje.

Qué hacer nada más llegar.
En nuestro caso y dado que eran casi las dos de la tarde, ir a comer (por cierto ¿Qué se puede comer que sea típico de allí? mucho filete vienés, que es como un escalope, salchichas de todas clases, carne en salsa, gulasch,…carne fundamentalmente).
Mi té, en su bandeja de plata.
Después fuimos a visitar la catedral de San Esteban y la Ópera, que están cerca. Para ver la Ópera de Viena por dentro hay que reservar un tour, pero la catedral se puede visitar de forma gratuita, de lo que deberíamos aprender en España.  Merendamos en el Café Schwarzenberg, su famosa tarta Sácher y yo disfruté de mi té en bandeja plateada ¡qué manera más elegante de servirte un buen té! Nos dio tiempo a situarnos por el centro, pasear por las calles más comerciales y por un parque cercano (otra cosa no, pero parques y verde hay por todos lados).

Primer día:
En Viena te da tiempo a todo. Y es que es tan llana y cómoda de caminar que llegas a todas partes en seguida. Es como una ciudad muy compacta, pero a la vez con grandes avenidas, parques inmensos y el gran Danubio que la recorre y le da ese aspecto más romántico.
Llegamos relativamente temprano al Palacio Imperial  Hofburg, la que fue residencia de la familia Habsburgo, cuando salimos había una cola de horas... Nosotros en diez minutos ya estábamos dentro, así que mi consejo es que madrugueis (relativamente, tampoco está abierto a las seis de la mañana…). Visitamos los apartamentos reales y el museo Sisi emperatriz. Tengo que deciros que me defraudó un poco. No te enseñan mucho de los apartamentos y el museo… bueno está lleno de vajilla en vitrinas… al final te cansa.
edificios Hundertwasserhaus
Lo que me encantó fueron los edificios Hundertwasserhaus. Están algo retirados del centro, pero se llega bien andando. Son unos edificios coloridos y con un diseño lleno de fantasía y aleatoriedad: Una ventana por aquí otra terraza por allá, ahora giro, ahora pongo un tobogán… Muy originales y curiosos, aunque demasiado masificados de turistas. Muy difícil tomar una buena foto de ellos
Terminamos el día en el parque de atracciones más antiguo del mundo, el Prater. Yo no soy de montar en atracciones, pero es que está en medio de un parque inmenso, donde además de las atracciones, tienes bares y restaurantes para disfrutar de una buena cerveza, en mi caso de un vinito blanco, rodeado de árboles, fuentes y verde por todos lados ¡Una gozada!

En el Prater
(Información de mi pulsera de actividad: 27.436 pasos, 19,77 Km.)


Segundo día.
Nuestro objetivo era ir al Palacio Schombrum. Nos dijeron que podíamos ir en metro y llegar en media hora, era la residencia de verano de los emperadores y está algo apartada, pero miramos en el mapa, vimos que no era un camino complicado y preferimos ir andando: primero, porque soy de las que pienso que las ciudades se conocen andando por ellas y luego, porque me gusta mucho andar. Tardamos una hora y media a buen paso y recorrimos varios barrios muy bonitos de Viena. Tranquilos, llenos de carriles bicis, que se usan para bici y para patinete (sí, la moda delos patinetes llegó también a Viena y con una gran aceptación), con parques, pequeños restaurantes con terracitas de madera… ¡Nos encantó la caminata!
Palacio Schonbrunn.

El Palacio también, sobre todo los jardines, los inmensos jardines. Dicen que es el Versalles austriaco, para mí que no se parecen en nada, pero nadie les quita que sean preciosos. Llenos de lagos, fuentes y rodeados de un bosque. Al final inviertes toda la mañana en la visita pero merece la pena, o la alegría en este caso J
Tras el almuerzo (en un vegetariano que encontramos escondido en una plaza preciosa del que os hablaré en un capitulo aparte) fuimos a ver la zona del ayuntamiento, parlamento, bolsa, etc. Mucho edificio histórico, que cuidan con mimo y adornan con flores. En el ayuntamiento (un edificio espectacular) se celebraba un festival de cine y había muy buen ambiente. En el parque que lo acoge podías encontrar puestos de comida y bebida, en un ambiente muy sano y relajado.
Vista del ayuntamiento desde el parque. Con la pantalla del festival de cine.

(Información de mi pulsera de actividad: 29.896 pasos, 21,99 Km.)

Ese día nos acostamos relativamente pronto porque a la mañana siguiente cogíamos temprano un tren hacia Salzburgo (lo que más me ha gustado del viaje, sin duda). Podéis leerlo en este enlace: Un día en Salzburgo.

Por si e interesa, en este viaje me he manejado con la aplicación MAPS.ME. No necesitas conexión y además de mapas te proporciona la navegación al punto que necesites y guías informativas sobre las ciudades y los monumentos, restaurantes, tiendas, etc. Respeta la privacidad, pero eso sí, no es accesible para usuarios de revisor de pantalla L

Viaje a Viena. Agosto 2019.

2 comentarios:

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