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miércoles, 31 de julio de 2019

De Memphis a Atlanta en Greybound, una aventura inesperada.



Greyhound.

Es la compañía de autobuses más grande de EEUU con la que dicen puedes atravesar el país y llegar a cualquier sitio. Por lo visto hay gente que se va allí con la mochila y de autobús en autobús se recorre el país. Os soy sincera, no es mi sueño. Prefiero el tren y lo de la mochila no va conmigo. Pero la vida da muchas vueltas....
Autobús Greybound

Contar la historia desde el principio me llevaría mucho tiempo, ya que esta aventura fue el final de un viaje por el estado de Tennessee que acabó en Georgia. Me fui con una amiga a Nashville de concierto, pasamos por Memphis para visitar la ciudad y Graceland y terminamos en Atlanta. Prometo ir contando aventuras por capítulos, de momento os cuento el final.

Éramos tres. Mi amiga y yo, junto con una conocida que además era la única que conducía. Podía haber salido bien, claro que sí. Puedes conocer personas maravillosas en viajes, pero no fue el caso y por una serie de historias que algún día contaré (en próximos capítulos, seguro), nos abandonó en Memphis. Sí, cogió el coche y se fue.

Teníamos billetes para volver a España desde Atlanta, así que la solución más rápida era viajar en Greybound. Lo del tren por esos lares no funciona como aquí, una pena, pero tocaban unas cuantas horas de autobús.


Brevemente sobre Memphis.

Aunque la capital de Tennessee es Nashville, Memphis es la ciudad más poblada y la verdad que está un poco abandonada, sobre todo los alrededores de Graceland donde precisamente teníamos nuestro hotel. Es incomprensible porque miles de personas visitan cada año la que fue casa de Elvis.
Beale Street

No obstante, el centro turístico, las calles llenas de bares, restaurantes y música en directo sí que merecen la pena.

Recorrimos la Beale Street con establecimientos llenos de blues, como el B.B. King's y pudimos disfrutar brevemente de su animada y musical vida nocturna.

De cualquier forma, si tenéis que elegir os recomiendo Nashville, a no ser que seáis fanáticos de Elvis ...


Camino a Atlanta.


Para empezar, llegamos demasiado pronto a la estación, lo que nos permitió ver detenidamente los pasajeros que utilizan esta empresa de transporte y oye, no había ni uno normal, es decir, con el que pudiéramos sentirnos reflejados.
Memphis

Cuando nos parecía que alguno era buena persona porque intentaba apoyar a otro pasajero perdido, nos dábamos cuenta de que estaba evangelizándolo, biblia en mano.

Nos encontramos desde una mujer latina con un niño de meses que no hablaba ni pizca de inglés, hasta un autóctono enorme (a lo largo y ancho) que no sé como cabía en el asiento, pasando por un estudiante asiático, mochila al hombro o una chica con un zurrón como equipaje... Y nosotras, dos blancas de negro con cara de susto:).

Pero ya se sabe que las apariencias engañan y si algo puedo afirmar es que los pasajeros de nuestro autobús, aún sin conocerse de nada, se apoyaban unos a otros sin pensarlo: Que necesitas que alguien te comparta la wifi de su móvil por cinco dólares, había un voluntario; que te quedabas sin batería en el móvil, el de al lado te  lo prestaba , que tu novio en Miami (sí, habéis leído bien una pasajera iba camino de Miami) te pregunta a gritos por Skype que por dónde vas y tú no lo sabes... la pasajera tres filas más a tras te informa, igualmente a gritos.

Todo parecía ir con normalidad, pero solo lo parecía. El hombre grandón no hacía más que ir al baño y cada vez que volvía tenía peor cara y no paraba de sudar... teníamos que haberlo visto llegar, en una salida del baño se derrumbó, todo lo largo (y ancho que era) por el pasillo del autobús). Los pasajeros ayudaron como pudieron a levantarlo, avisaron a la conductora y ella avisó a urgencias. Cuando pudo se echó a un lado, paró y allí esperamos a la ambulancia pacientemente, en mitad de la nada. La ambulancia llegó y se llevó al pasajero, al parecer al final no fue un infarto, que era lo que todos temíamos. Ya íbamos con alguna hora de retraso, aun así, en la parada del trasbordo, hubo que hacer el tiempo reglamentario de pausa. Nosotras aprovechamos para sacar algo de comer en la máquina (resulta que era un burrito crudo y había que haberlo metido en un micro ondas que no vimos, así que comimos burrito crudo...y seguimos vivas!!!!). En un momento de descontrol en el que no sabíamos si había que cambiar de autobús y sacar las maletas o qué, la conductora nos hizo saber que nosotras íbamos con ella a todas partes y ¡cualquier a le llevaba la contraria!!!!

Era una señora de unos cincuenta y muchos, grandota como los nativos de allí, con muy mal genio, poca paciencia y demasiada energía, pero con gran sentido de la responsabilidad y que nos tenía a todos como velas.

Reiniciamos camino hacia Atlanta y los pasajeros que ya se habían hecho amigos unos de otros charlaban tranquilamente sobre temas tales como ¿Hasta dónde vas tú? En estás estaban dos cuando uno de ellos se dio cuenta, “Pues este autobús va a Atlanta, para mí que te has equivocado” (eso en inglés de Tennessee :). Total, que el hombre se levantó cuál relámpago a chillarle a la conductora que parara que él tenía que bajarse que se había equivocado de autobús y en la charla entre conductora y pasajero, otro pasajero se dio cuenta de que él también iba mal. Sí, dimos la vuelta, volvió a la estación y les dejó allí, maleta incluida... pérdida de tiempo a sumar a la ya existente y relajación por parte de mi amiga a la que uno de los que se quedó le había pedido ya dos veces el número de teléfono (debe ser que la primera vez no lo entendió bien).


Llegada accidentada a Atlanta.

Al final llegamos a Atlanta, bastante tarde y sin tiempo de visitas, pero pensamos que al menos podríamos salir a cenar algo.... que ilusas!!!
Atlanta

El conductor de la empresa Lift que estuvimos utilizando durante todo el viaje sin problemas, se perdió al venir a recogernos y en el camino al hotel (hizo doblete). Tardó ¡¡¡dos horas !!! en hacer un trayecto de veinte minutos.  Hecho que reconoció la empresa que nos devolvió, como es normal, el importe, pero no el tiempo perdido, eso no se recupera.

Al final comimos en una especie de cantina cerca del hotel algo parecido a carne y nos fuimos a dormir, porque no había tiempo para más.


Nos perdimos Atlanta.


Habrá que volver, pero prefiero que no sea en autobús... 



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