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domingo, 7 de diciembre de 2014

El pequeño de los hermanos Dalton.

Tengo que reconocer que Lucky Luke no era de mis series animadas preferidas, pero sí que la veía de vez en cuando y me resultaba muy entretenida. Sin embargo mi personaje favorito no era el cowboy solitario, ni siquiera su caballo listo como el hambre (Jolly Jumper), ni el tonto de Ran Tan Plan. Los que más me divertían eran los hermanos Dalton.
Y esta semana me he acordado de ellos, concretamente de esas discusiones absurdas entre el mayor, que era el más bajito, por no decir enano y el menor, el más grandullón. Joe y Averell Dalton respectivamente.
Siempre se ha considerado que Joe, el mayor, era el cerebro de la familia y que Averell, el menor, rivalizaba con Ran Tan Plan en simpleza. Hubo un tiempo en que estaba de acuerdo y nunca entendí porque el peque no creía más en él mismo y se hacía más fuerte. Realmente era el que siempre encontraba la solución, la mejor idea (teniendo en cuenta que nunca sería lo bastante buena, ya que tenían que fracasar en todos los capítulos. El único vencedor era siempre el cantarín Lucky Luke). El caso es que Averell  compartía sus ideas con los hermanos y el pésimo de Joe siempre le indicaba de malas formas y muy despectivamente que era una sandez, como mínimo, y que se callara de una vez, para tras unos segundos de profundo pensamiento, decir que había tenido una idea maravillosa. Por supuesto la misma que anteriormente había formulado Averell por la que se felicitaba ¡¡Menos mal que tenía inteligencia que si era por los demás!!


Todos los espectadores sabíamos que la idea había sido del menor y no entendíamos como el resto no se daba cuenta o como Averell no protestaba. Cosas de la vida con el tiempo he encontrado las razones de tan supuestamente estúpido proceder.
Y es que tras miles de correos con distintas opiniones, tantos que la morcilla (como llamamos cómicamente a la rastra de correos uno detrás de otros) era interminable, a un inteligente compañero se le ha ocurrido una idea brillante, la misma que dije yo veinte correos más abajo y que el comentó que era inviable. Pensé en comentarlo y decir eso de... “hombre, hace una semana que dijimos eso mismo y no te pareció bien”, pero luego pensé y supongo que debía ser el pensamiento de Averell Dalton: Total si los espectadores, en este caso lectores del correo, ya lo saben ¡Qué más se puede decir!
El desenlace, por mi parte un elegante “¡Qué idea más buena! La ponemos en práctica ahora mismo”. Por parte de algún compañero un “Me suena ¿no lo habíamos comentado ya” y otra menos delicada: “Pues vaya pérdida de tiempo, hace una semana que se propuso eso mismo, ya estaría hasta hecho...”
En fin, que el tonto es quién quiera serlo y quien piensa que los demás lo son.
¡¡¡Buen puente!!!!

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