A las puertas de un nuevo otoño, recuerdo momentos bonitos de este verano.
Uno de ellos ha sido uno de los pocos encuentros que he tenido con amigas.
Este verano no ha sido como los habituales. Imagino que el tuyo tampoco.
He limitado el contacto con personas y las incursiones que tanto me gustan, para encontrar nuevos rincones. Otros años os he presentado más de una terraza madrileña con vistas y os he contado mis andaduras por algún país por explorar.
En estas semanas os contaré mis vacaciones distintas pero inolvidables. Porque a veces, hacer algo distinto es incluso, necesario.
Empiezo hoy hablando de la terraza de la 8ª planta del Hotel H10 Puerta de Alcalá, “El Cielo de Alcalá”.
Recuerdo haber intentado entrar una noche de hace un par de veranos, tras una cena por los alrededores y que nos dijeran que el aforo estaba lleno. Ahora lo entiendo. No tiene una gran capacidad, así que, si decides ir, reserva.
Esto es lo que hizo una de mis amigas, la cumpleañera. Y además con vistas al anochecer... ¡está en todo!
¿Cómo es?
Zona de mesas altas, de mesas bajas, de piscina y de hamacas. Sí, piscina infinita. De esas que puedes apoyarte en el borde del precipicio y ver todo el centro de Madrid, siempre y cuando no tengas vértigo. Totalmente trasparente para lo bueno y para lo malo. No obstante, estaba cerrada. Supongo que por las circunstancias de la pandemia. De igual manera, no íbamos preparadas para “piscineo”, sino para “terraceo“ y “ceneo” temprano :)
La carta
La comida no es nada del otro mundo o no acertamos, que puede ser, las raciones tampoco. Pedimos un pulpo que ni fu, ni fa, un cucurucho de patatas que prometía más de lo que fue y unos torreznos muy singulares que sí que merecieron la pena.
La bebida estaba fresquita y menos mal, porque a las ocho de la tarde en esa terraza y por mucha sombrilla y nebulizador de agua que te pongan, hace un calor de justicia.
Lo mejor, las vistas
Lo mejor, después de la compañía, son las vistas. Sin lugar a dudas. Espectaculares vistas de Madrid desde la calle Alcalá. Pudimos ver anochecer y eso, amigos míos, fue un lujo.
Una tarde agradable, llena de regalos inesperados, pero rara: sin besos, sin abrazos…
El contexto
Confieso que paso miedo con todo el tema de la limpieza… En fin, si lo piensas no sales de casa y hay que vivir. Con mucha prudencia, con seguridad, pero no dejar de vivir.
Elegir bien dónde vais, Que sean de total confianza y exigiendo, medidas de seguridad, que nos las merecemos.
¡¡¡Os deseo un buen y saludable comienzo de curso!!!!
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